Imaginación

Mirad estas dos fotografías. La primera la tomé ayer desde mi despacho de la universidad. Espectacular, ¿verdad? Paredes acristaladas, espacios luminosos, color por doquier… Espectacularmente caro también. Muchas veces me pregunto cuántos jóvenes podrían haber hecho el doctorado en los edificios antiguos (que, sin ser nada del otro mundo, no estaban mal) si el dineral que costaron los nuevos se hubiese invertido en becas y contratos de investigación. No es una crítica a mi universidad (sería injusto y además hipócrita: yo disfruto de esto) sino a un país, a un sistema y a una mentalidad que priorizan el continente sobre el contenido, la forma sobre el fondo, lo superfluo sobre lo esencial. La imagen, parece ser, es lo que importa.

UPV

La segunda foto la tomé en el Departamento de Farmacología y Electrofisiología Cardiaca de la Universidad de Szeged (Hungría), donde trabajé durante unos meses hace tres años. Feo, ¿verdad? Los muebles son viejos pero sin el encanto de lo «antiguo». Las paredes son frías y desangeladas y las puertas están desconchadas. Los despachos (os lo aseguro) son incómodos y angostos con mesas pequeñas de madera raída por el paso de los años.

USz

Hungría, igual que España, está sumergida en una crisis económica brutal. También allí arrasó la derecha (el Fidesz) en las últimas elecciones por el descontento con los socialistas (el MSZP), y también mucha gente está harta del nuevo gobierno dos años después. Sin embargo, en 2012 Hungría ha invertido más en investigación y desarrollo que España (medido en porcentaje del PIB). Tan increíble como cierto. También invierte de manera diferente. No construyen Ciudades Politécnicas de la Innovación (CPI) con paredes de metacrilato tratado con serigrafía para formar gigantescas imágenes virtuales tan impresionantes como inútiles, pero en el vetusto laboratorio de András Varró el equipamiento tecnológico era de última generación. Me diréis que en la CPI también… pero eso está dejando de ser cierto, porque el equipamiento tecnológico se paga con dinero público y de eso, supuestamente, ya no queda casi nada en España.

Y cuando el equipamiento fallaba, los húngaros lo solucionaban con imaginación. Mirad la tercera foto. Estando yo en el laboratorio, se rompió uno de los amortiguadores que sostienen las pesadas mesas sobre las que descansa todo el montaje de los experimentos de patch-clamp. En esos experimentos hay que pinchar células cardiacas con micropipetas de vidrio de solo 2 micras de diámetro, y las pequeñas e imperceptibles vibraciones del edificio son suficientes para romper la delicada micropipeta. Los amortiguadores absorben esas vibraciones y hacen posible el experimento. Cada uno de ellos vale 1200 euros (hay cuatro por cada mesa) y se fabrican en EE.UU.

En España, habríamos tenido el laboratorio parado durante un mes y medio, que es lo que tardan en llegar los amortiguadores nuevos. En Szeged, cuatro pelotas de tenis usadas sustituyeron a los amortiguadores (idea de András) y permitieron seguir con los experimentos. Mirad la foto: siempre la muestro en mi clase de Bioelectricidad. Hay veces que la imaginación puede sustituir al dinero – les digo a mis alumnos – incluso cuando hablamos de altísima tecnología.

En España dicen que falta dinero. Pero ¿y si además falta imaginación? Eso sería terrible, más terrible todavía, porque nos va a hacer falta, mucha falta.

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imaginacion

5 thoughts on “Imaginación

  1. La verdad que no hay mucha imaginación por España (dicho esto con todo cariño y sin ánimo de ofender). Creo que tiene que ver con que España se acostumbró a ser un país desarrollado y a que bastaba con tener el teléfono de quien tenía el teléfono de quien tenía la solución. Y ya está. No había que pensar cómo resolverlo.
    Los que venimos de países subdesarrollados (o «en desarrollo» perpetuo) sabemos lo que significa tener que inventar soluciones.
    Hace un tiempo me dijeron que en American Airlines contrataban pilotos argentinos porque en momentos de peligro reaccionaban mejor. Seguro que eso es una exageración pero tiene que ver con aquello de «atarlo con alambre» que los argentinos manejamos bien.
    En España deberemos acostumbrarnos a atar las cosas con alambre; claro que mientras sigamos construyendo castillos en el aire será difícil poner los pies sobre la tierra.
    Bien por Hungría que sabe qué invisible debe ser lo esencial…

  2. Como me ayudas a pensar,a reflexionar chema, con tus escritos.
    Te cuento que a la IMAGINACIÓN la tengo gastada, de todas las veces que la tuve que poner en practica ……
    y que te cuento ahora…… todos los días hacer gimnasia mental, para ver como mejor nos manejamos con toda esta realidad, no pensada ni deseada………

  3. Los argentinos: «lo atamo con alambre». El Mayo Francés :»La imaginación al Poder». Podríamos ir citando muchas frases pero te aseguro, que los científicos de mi familia emigraron en épocas en que la imaginación, no alcanzaba para poder investigar.
    Ni todo ni nada.
    Esto me pone ante la evidencia que nos muestran los niños que con demasiados juguetes… no juegan. Y con cajitas, hilitos, retazos… porquerías ¡bah!pueden pasar horas haciéndolo.

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